Comentario
Durante la Gran Guerra, el Paso del Tonal, en el confín alpino entre el Reino de Italia y el Imperio austrohúngaro, entre Lombardía y el Trentino, fue escenario de duras batallas. Los austrohúngaros se hicieron con el control al comienzo de la guerra, en 1915, ocupando la cima del Montecillo y el Paso Paraíso, dominado por el Sur en toda su longitud. Los italianos intentaron conquistarlo más de una vez durante los años sucesivos, pero todos los intentos fueron inútiles hasta mayo de 1918, ya que por medio de una complicada operación de tres días (operación que después se conocerá como La batalla blanca), finalmente consiguieron su objetivo.
De esta forma, después de tres años de dura batalla, los italianos ocuparon una línea fortificada que a través del puerto continuaba hacia el Norte (por el Grupo de los Ortles Cevedale) tocando el pico Cady, el Monte Tonal occidental y la Punta del Abiolo, la cual continuaba hacia el Sur a través del Paso (por el Grupo del Adamello), tocando la cota 2545 de la cima del Montecillo, el Paso Paraíso y la Punta del Castillo. En el Paso del Tonal y en los montes adyacentes, la lucha durante los años precedentes había sido siempre muy dura. Las tropas italianas de montaña (las tropas alpinas) habían combatido valerosamente a las fuerzas austrohúngaras en la cima y en los hielos surcados de infinidad de hendiduras. Vivían en posiciones en donde el aire estaba muy enrarecido y en donde el hielo era otro enemigo, el más terrible (con niebla, tormentas y avalanchas).
Habían resistido estoicamente cuando la temperatura invernal media durante el día oscilaba entre 15 y 20 grados bajo cero, y durante la noche entre 25 y 30 grados bajo cero. Habían conseguido sobrevivir donde parecía imposible. Así lo testimonia a comienzos del invierno de 1915 Cesare Battisti: "El frío era tan intenso que hacia las 11, después de desayunar, todo estaba helado: el vino, el pan, la carne. Hoy se avecina una tormenta terrible. En las trincheras el termómetro señala 29 grados bajo cero. Aquí, en el refugio, tenemos varios grados bajo cero (¡-12°!)". Sin embargo, después de la conquista italiana, la paz no volvió al Paso. Los austrohúngaros estaban preparando una gran ofensiva entre el altiplano de las Siete Villas y el mar, destinada a dar el golpe de gracia a los italianos postrados por la retirada de Caporetto. La ofensiva decisiva comenzó a mediados de junio con una operación en la zona del tonal denominada Lawine Expedition, es decir, Operación avalancha.
La Lawine Expedition, según los planes previstos, debería desfondar en primer lugar las posiciones italianas situadas en el Paso, después, un rápido descenso por la Valcamonica hasta Brescia y la llanura Padana... con destino final en Milán (en los cascos de algunos caídos se encontró escrita la tan elocuente frase Nach Mailand, es decir, Hacia Milán).
Para realizar los ambiciosos planes previstos, los austrohúngaros organizaron una fuerza de choque considerable a la que se unieron las unidades ya presentes en el Paso. Se trataba de dos divisiones de infantería (la 1ª y la 22ª), reforzadas por algunos destacamentos elegidos, entre los que se encontraba un batallón de Bosnia-Herzegovina: tropas desgastadas durante los años de la guerra, malnutridas por el bloqueo económico impuesto por la Intendencia de los Imperios centrales, pero todavía prontas para combatir con el apoyo de casi 200 piezas de artillería de distinto calibre.
De frente a los austrohúngaros estaba el VII reagrupamiento alpino, formado por el 8° y 16° grupo alpino y tres grupos de artillería de montaña (el IV, el XXXI y el XLV).
El 8° grupo alpino desplegaba los batallones Pinerolo, Susa y Val Maira. El 16° grupo alpino, los batallones Monte Clapier, Monte Rosa, Tolmezzo, Val Brenta y Valcamonica.
Las armas con las que los alpinos habían combatido durante los años precedentes eran las mismas con las que afrontaron la nueva amenaza. La dotación individual comprendía el tradicional fusil modelo 91 (cal. 6,5 mm) de infantería.
Tenían también ametralladoras. Los alpinos utilizaban las Saint Etienne 1907 francesas (cal. 8 mm) y las Fiat-Revelli 1914 (cal. 6,5 mm), sobre cuyas características, después de la guerra, un oficial de complemento (Giacomo Calvi) se expresaba así: "En un primer momento utilizábamos las Saint Etienne francesas... que eran buenas, aunque demasiado grandes; después nos dieron las Fiat, mucho más ligeras y manejables, pero tenían la fea costumbre de encasquillarse por culpa de una mecánica demasiado sofisticada y, tal vez, incluso por el material, que no era de lo mejor y se recalentaba hasta bloquear el arma... La mejor era la Saint Etienne... costaba llevarla detrás... pero una vez colocaba en su sitio, daba buenos resultados".
Los oficiales tenían en dotación al principio una pesada pistola semiautomática Glisenti modelo 10, después, la ligera Beretta modelo 1915.
Los austrohúngaros confiaron la preparación y la ejecución de la Lawine Expedition al mariscal Metzger, un especialista en la guerra en montaña. Metzger se puso manos a la obra con escrúpulos. La complicada operación comenzó la noche comprendida entre el 11 y el 12 de junio de 1918, con un intenso bombardeo de artillería sobre las líneas y vías de comunicación italianas, alertadas desde hacía días.
La mañana del 12 de junio el bombardeo fue suspendido a causa del mal tiempo. Más tarde prosiguió desde el mediodía hasta la tarde y, después de una pequeña pausa, continuó durante toda la noche del 12 al 13 de junio, noche durante la que se lanzaron numerosas bombas de gas (aunque las nubes mortales, por un repentino cambio en la dirección del viento ¡volvieron hacia atrás, hacia el remitente!).
Las líneas y vías de comunicación italianas sufrieron graves daños. Sin embargo, la artillería italiana respondió con presteza al fuego tratando de golpear sobre todo en las líneas de comunicación austrohúngaras a través de las que se añadían más tropas. Con las primeras luces del amanecer del día 13, mientras la niebla nocturna comenzaba a disolverse, comenzó el ataque.
La lucha se hizo cada vez más violenta. "...el estrago se produce en cada posición y en las trincheras llenas de combatientes que se ciñen para el combate. Por todas partes, la lucha se ha convertido en combates cuerpo a cuerpo. Algunos pequeños núcleos que se resisten son aniquilados con cualquier medio", escribe el joven teniente de complemento Gian Maria Bonaldi.
En el Paso, las ametralladoras de los alpinos arrasaron a los asaltantes (una compañía austrohúngara, formada por unas pocas decenas de hombres, se rindió).
En la cima Cady los austrohúngaros lograron conquistar algunas posiciones avanzadas. A primeras horas de la mañana fueron atacados por los alpinos y los batallones de Monte Clapier y Valcamonica. A mediodía volvieron al ataque después de un intenso bombardeo consiguiendo conquistar las posiciones avanzadas contiguas. Al caer de la tarde se retiraron, envueltos en un nuevo contraataque de los alpinos.
En la cima del Montecillo la lucha se hizo más violenta. Los austrohúngaros utilizaron dos compañías formadas por expertos escaladores bajo el mando de los tenientes Peter Schneider y Toni Kaserer. La cima, tan estrecha que por ella sólo podían pasar como máximo en hileras de dos hombres, fue abatida continuamente por el fuego de las ametralladoras de los alpinos. Los asaltantes fueron diezmados aunque, al final de la mañana, con admirable tenacidad, consiguieron adueñarse de la cota 2545.
Los alpinos del batallón Monte Rosa intentaron realizar un rápido contraataque utilizando la estrechísima pasarela que unía la cota 2545 con el Paso del Diablo. Sin embargo, la pasarela fue destruida por los austrohúngaros, por lo que algunos alpinos murieron precipitados en el barranco.
Al mediodía, partiendo de la cuenca del Presena, la 522 compañía del batallón Edolo, guiada por el capitán Gennaro Sora (el futuro explorador polar), avanzó audazmente sobre las rocas y consiguió situarse a pocos metros del objetivo, aunque fueron repelidos por un denso ataque de bombas de mano y piedras.
Al final de la tarde, cuando la niebla volvía a caer por la izquierda del Paso, la Lawine Expedition podía decirse que había concluido. Los austrohúngaros (que habían enviado al ataque tan sólo la 1ª división) habían sido repelidos en el Paso y al Norte, en la cima Cady. Al Sur habían conseguido adueñarse tan sólo de la cota 2545, en la contienda de la cima del Montecillo.
La vasta llanura del Tonal, los apéndices del Montecillo y de la cima Cady son una trágica maraña de muertos. Uno encima de otro. Amontonados en los puntos de combate. ¡La noche cae con tanta furia y tanto despilfarro de hombres! Los gritos de los heridos son horrorosos en la oscuridad..." sigue escribiendo el teniente Bonaldi.
La fallida Lawine Expedition costó a los austrohúngaros 2.300 hombres entre muertos y heridos, y 200 prisioneros. Los italianos, entre muertos y heridos, perdieron casi 350 hombres. De esta forma, el Paso Tonal quedó en manos de los alpinos, quienes mantuvieron sus posiciones hasta la conclusión de la guerra.